All the light we cannot see, de Anthony Doerr
Marie Laure vive con su padre en Paris, a poca distancia del museo de ciencias naturales dónde él trabaja como cerradero (hay miles de cerraduras en el múseo). Cuando cumple seis años, Marie Laure se queda ciega y su padre le construye un modelo de su barrio en miniatura con cada casa y cada calle, para que ella pueda memorizarlo con sus dedos y así poder navegar por las verdaderas calles con sus pies y su bastón. Cuando los alemanas ocupan Paris, padre e hija parten hacia Saint-Malo en la costa bretona donde vive el tío-abuelo de Marie Laure en una casa alta y estrecha cerca del mar.
En Alemania, un chico huérfano llamado Werner crece con su hermana pequeña Jutta, los dos fascinados por un programa de radio en francés que encontraron. Werner se especializa en la reparación de radios, un talento que le consigue una plaza en una academia militar de élite y que, por último, le lleva a convertirse en un rastreador especializado de la resistencia. Werner viaja desde el corazón de las juventudes hitlearianas hasta el comiezo de Rusia y finalmente hasta Saint-Malo, donde su camino se cruza con el de Marie-Laure.