</div> CAPÍTULO 10

Capítulo 9

Traducido por Blair :)

Seth sabía que no debía buscar mi compañía el sábado en la noche. Estaba agradecida por eso porque no quería verle la cara. Sin embargo, sí abrí la puerta la noche del domingo cuando de hecho tocó. Así fue como supe que venía a disculparse. Seth nunca tocaba.
Sus manos estaban metidas en los bolsillos de sus jeans oscuros. El lado derecho de su labio estaba hinchado.

“Hey,” dijo, mirando por encima de mi cabeza.

“Hey”.


Cambió el peso de un pie al otro.
“Alex, yo… lo siento por lo de ayer. No quise…”

“Basta”, lo interrumpí. “Sé que estabas tratando de hacerme usar akasha y no tenías intención de derribarme, pero ustedes estaban locos. Y no en el buen sentido, Seth. “

Una mirada tímida se deslizó a través de su cara.

“Lo sé, pero Aiden me enoj…”

“Seth”.

“Está bien. Tienes razón. Se acabó y está hecho. No quiero discutir esto contigo. Estoy preparándome para irme. “Me miró entonces. “Pensé que sería agradable que me acompañaras hasta el puente. “

“Sólo déjame agarrar algo para ponerme”. Necesitaba hablar con él, de todos modos.

Después de que cogí una sudadera con capucha salimos del dormitorio en silencio. El campus estaba oscuro, y sólo las sombras de las patrullas de los guardias se movían. Cuando dejé escapar el aliento, se formaron pequeñas bocanadas en el aire.

“Sentí tú ira ayer”.

“Estoy seguro de que cualquiera en un radio de diez millas sintió mi enojo ayer”.

“Eso no es lo que quise decir.” Estábamos siguiendo la vía de mármol alrededor de la los dormitorios, en dirección hacia el puente del edificio principal del Covenant.

“Realmente lo sentí. Quería golpear a León. Fue como… como si fuera mi ira”.

Seth no respondió mientras miraba hacia delante, con los ojos entrecerrados.

“Se fue tan pronto como dejé de tocarte, pero fue bastante raro.” Dejé de caminar cuando el puente entró en mi visión. Estaban cargando con el equipaje en un Hummer[1]negro. Agotamiento llenaba el aire, y varios guardias del Concejo estaban haciendo guardia. “¿No tienes nada que decir sobre eso?”

Bajó la mirada hacia mí.

“Estuviste tan cerca de tocar akasha, Alex. Si León no hubiera intervenido, habría sucedido.”

Como si esa fuera la cosa más importante que había sucedido. “Seth, ¿oíste una palabra de lo que dije?”

“Sí, y no sé por qué sentías mi cólera tan claramente.” Sacó las manos de sus bolsillos y se cruzó de brazos. “Tal vez fue porque estaba tocando akasha. Te hizo entrar en sintonía con lo que yo estaba sintiendo.”

Lo que había sentido no parecía molestar o realmente sorprender a Seth, pero para mí era algo bastante importante.

“Cuando me Despierte, sentiré y querré lo que tú quieras. ¿No entiendes lo que digo? Ya estoy queriendo lo que quieres.”

“Alex”. Dejó caer sus manos en mis hombros y me empujó contra su pecho. “No estás Despertando. Deja de preocuparte.” Fruncí el ceño y me alejé. Me dejó ir.

“Pero en realidad está empezando a suceder, ¿verdad? ¿Con las marcas y ahora esto? Y estoy como a solo un mes de distancia.”

“No es la gran…”

“Alexandria, estoy tan contenta de que hayas venido a despedirte de Seth”, dijo Lucian. Me volví e inmediatamente fui envuelta en un abrazo débil. El olor a incienso y a clavos me ahogó. “Ojalá fuera seguro llevarte. Aliviaría mis preocupaciones tenerte al lado de Seth.”

Mis brazos se quedaron en mis costados, torpemente. Ugh. Odiaba cuando Lucian hacía esto.

Me palmeó la espalda y se alejó, dirigiéndose a Seth. “¿Cuántos Guardias crees que debería llevar?”

¿Lucian le estaba pidiendo a Seth su opinión? Qué. Diablos. Me volví hacia Seth incrédula.

Seth se irguió.

“Por lo menos cinco, lo que dejaría a cuatro detrás para ayudar a mantener la guardia en caso de que algo surgiera aquí.”

“Bien. Tienes un buen ojo para liderazgo, Seth.” Lucian acarició su hombro. “Si tuviéramos más Centinelas como tú, no tendríamos problemas graves con los daimons”. Hizo una pausa, sonriendo. “Si tuviéramos más hombres como tú en el Consejo, entonces nuestro mundo sería mucho mejor”.

Quería vomitar. No había manera de que Seth pudiera caer en este nivel épico de besa-culo. Era tan obvio por la forma en que Lucian mostraba una sonrisa afectada y arrulladora. Era evidente, pero por los dioses, Seth parecía como si acabara de recibir un millón de dólares y le hubieran dicho que podía gastarlo todo en chicas y licor.

“Tendré que estar de acuerdo.” Seth sonrió con suficiencia.

Quería sacudir a Seth. Lo estaba considerando seriamente.

Lucian me encaró “Tú, querida, tienes suerte de que entre todos los mestizos, fuiste bendecida como Apollyon y tengas a este joven como tu otra mitad.”

Hice una mueca.

A mi lado, Seth se quedó inmóvil.

“Los dejaré para que se digan adiós. Nos iremos en algunos momentos, Seth.”

Me quedé mirando la silueta de Lucian alejándose. Las vestiduras blancas fluían, nunca se arrastraban por el suelo. Pensé en cómo había mirado el trono del Ministro Telly mientras que yo daba mi testimonio en las Catskills. Nadie amaba el poder más que Lucian.

“Sabes,” arrastró las palabras de Seth, “no tienes que estar tan conmocionada por lo que Lucian dijo. Podría ser peor.”

Me eché a reír. “¿Hablas en serio?”

Seth frunció el ceño. “Sucede que creo que soy un muy buen partido.”

“Tú sueles creer que eres lo mejor que jamás ha respirado, pero eso no es de lo que estoy hablando. Él estaba lamiendo tus zapatos, Seth. Está tramando algo.”

“Él no estaba lamiendo mis zapatos.” Se cruzó de brazos. “Lucian cree que sé de lo que estoy hablando. También aprecia lo que tengo para decir”.

“Tienes que estar bromeando.” Traté de no rodar los ojos.

“¿Por qué es tan difícil para ti creerlo?” Descontento irradiaba de su voz y su postura. “Déjame hacerte una pregunta, Alex. Si Lucian o tu tío estuvieran diciendo cosas buenas sobre Aiden, ¿te resultaría tan difícil aceptarlas?”

“¿Qué diablos se supone que significa eso?” ¿Y de dónde había salido? “Aiden es un Centinela. Su capacidad para tomar decisiones o liderar es…”

“¿Qué crees que soy?” Seth inclinó la cabeza hacia adelante, con las cejas bajas. “¿Un payaso en vez de un Centinela?”

Diablos. Vi mi error. “Eso no es lo que quise decir. Eres un Centinela. Uno malditamente bueno, pero por favor dime que no confías en él.”  Lo agarré del antebrazo y apreté. “Eso es todo lo que quise decir.”

“Sí confío en Lucian, y tú también deberías.  De todas las personas que te rodean, él es el único que está tratando de hacer nuestro mundo diferente”.

“¿Qué?”

“Seth?” Llamó Lucian. “Ya es hora”.

“Espera.” Me aferré a su brazo. “¿A qué te refieres?”

Agitación voló en él mientras me miraba atentamente. “Me tengo que ir. Ten  cuidado, y recuerda lo que dije la otra noche. Ni siquiera pienses en tratar de llegar tú sola a Nueva York.”

Lo fulminé con la mirada.

Un atisbo de una sonrisa se asomó. Comenzó a alejarse, pero se detuvo.

“¿Alex?”

“¿Qué?”

Su boca se abrió mientras pasaba una mano por encima de su cabeza. “Ten cuidado, ¿de acuerdo?”

Cuando asentí, metió la mano en el bolsillo y sacó algo pequeño y delgado.

“Casi se me olvida. Elegí este, así podremos hablar durante mi ausencia.”

Tomé el teléfono celular. No era uno de esas versiones baratas, y esperaba que tuviera muchos juegos precargados en él. “Gracias”.

Seth asintió. “Mi número está programado allí. Ya tengo el tuyo.”

No había nada más que decir. Cuándo Seth llegó a la Hummer, Lucian lo palmeó en la espalda de nuevo.

León apareció de repente a mi lado, mi guardaespaldas para volver al dormitorio, me di cuenta.

Seth subió al Hummer, yéndose para abordar un jet privado en el aeropuerto en tierra firme. Me miró mientras el vehículo empezaba a moverse.

Forcé una sonrisa antes de que Leon me guiara lejos del puente, pero bajo las lámparas del techo, vi la breve mirada de decepción en el rostro de Seth. Y la sonrisa satisfecha en el de Lucian. 

Era extraño sin Seth cerca.

El lazo en mí se apagó, y estaba bastante segura de que si un dios apareciera frente a mí, Seth no sentiría ni un atisbo de sorpresa. Había pasado sólo un día desde que me había dejado, pero ya me sentía… normal. Como si me hubiera quitado un peso de los hombros.

Y eso era extraño, porque mi mochila era ridículamente pesada con el libro de Mitos y leyendas en él. Lo estaba llevando a todas partes con la esperanza de acaparar a Aiden con él cuando asumiera sus deberes de “niñera”. Ahora mismo León estaba detrás de mí, a una distancia no muy discreta.

Me detuve en medio del camino del jardín y me giré.

“¿No tienes frío?”

León le echó un vistazo a la camisa de manga corta que llevaba puesta. “No. ¿Por qué?”

“Porque me estoy congelando.” Y así era. Yo estaba usando una camiseta sin mangas, una manga larga térmica y un suéter, y todavía sentía frío.

León se detuvo a mi lado. “Entonces, ¿por qué estás afuera si hace tanto frío?”

“Desafortunadamente, salir a la calle es el único método de viajar a otras partes del campus, a menos de que sepas algo que yo no.”

“O podrías hacernos un favor a todos y quedarte en tu dormitorio”, sugirió.

Tiritando, abracé a mis codos. “¿Tienes alguna idea de lo agradable que es poder hacer algo que no sea entrenar o quedarme en mi habitación?”

“¿O pasar tiempo con Seth?”

Lo miré con atención, tratando de no sonreír. “¿Fue eso una broma? Oh, dioses. Lo fue”.

Sus rasgos se mantuvieron  inexpresivos. “No hay nada acerca de ese muchacho que sea motivo de risa.”

“Está bien.” Me di la vuelta y comencé a caminar. Esta vez León caminaba junto a mí. “Realmente no te gusta Seth, ¿verdad?”

“¿Es tan obvio?”

Lo miré de reojo. “No. Para nada”.

“¿Y tú?”, Preguntó cuando doblamos la esquina del centro de formación. El viento del mar era anormalmente brutal. “He oído rumores… de que dos Apollyons comparten un poderoso vínculo. Debe ser difícil saber cómo te sientes de verdad sobre alguien si ese es el caso”.

Ahora esto era incómodo. No había forma de que hablara de mis problemas amorosos con León, de todas las personas.

Suspiró profundamente mientras miraba a la estatua de Apolo y Daphne, tenía una mirada lejana en el rostro. “Las emociones que son forzadas siempre terminan en tragedia”.

Eso fue profundo. Otra ráfaga de frío viento cortó a través de mí. La mirada en el rostro de Daphne era trágica. “¿Crees que Daphne sabía que la única manera en que podía escapar de Apolo era que muriera?”

Él no contestó inmediatamente, y cuando lo hizo, su voz era ronca.

“Daphne no murió, Alex. Ella todavía sigue siendo como era el día… en que se perdió. Un árbol de laurel”.

“Hombre, eso apesta. Apolo era un monstruo”.

“Apolo fue alcanzado por una flecha de amor y Daphne fue alcanzada por otra.” Miró hacia abajo mientras hacía un gesto a la estatua. “Como dije, el amor que no es orgánico en la naturaleza es peligroso y trágico”.

Echando mi pelo hacia atrás, miré la estatua de nuevo. “Bueno, espero no tener que convertirme en un árbol.”

León chasqueó la lengua. “Entonces, presta atención a qué es necesario y qué es capricho”.

“¿Qué?” Lo miré fijamente, entrecerrando los ojos. El sol había empezado a ponerse, emitiendo un misterioso halo dorado sobre él. “¿Qué acabas de decir?”

Él se encogió de hombros. “Tu otra niñera está aquí”.

Distraída, me di la vuelta. Aiden estaba caminando por el camino. Mataría por verlo en jeans otra vez. Hice una mueca. Bien, tal vez no matar, pero casi. Me giré de nuevo. León se había ido.

“Maldita sea”, murmuré, explorando las sombras que crecían a través de la playa y el jardín.

“¿Qué?”, preguntó Aiden.

Mi pecho se agitó como siempre mientras me giraba y lo encaraba. Había una contusión leve a lo largo de su mandíbula por su pelea con Seth. “Estaba hablando con León y él sólo se desapareció ante mí.”

Aiden sonrió. “Tiene esa costumbre”.

“Es sólo que dijo algo…” Negué con la cabeza. “No importa. ¿Eres tú mi niñera por ahora?”

“Hasta que decidas dónde te vas a quedar esta noche”, respondió. “¿A dónde vas?”

“Iba al centro de recreación, pero hay algo que quiero mostrarte.” Toqué el fondo de mi bolso. “¿Estás listo?”

Sus cejas se levantaron. “¿Debería preocuparme lo que hay en tu bolso?”

Sonreí. “Tal vez.”

“Bueno, ¿qué es la vida sin tomar riesgos? ¿Necesitamos privacidad?”

“Probablemente”.

“Conozco un lugar.” Metió las manos en los bolsillos de su pantalón.

“Sígueme”.

Agarrando la correa de mi bolso, me ordené a mí misma controlarme. No estaba hablándole sólo para poner comérmelo con los ojos o para coquetear. O para hacer cualquier cosa que no se supone que debería hacer. Tenía un propósito, así que no había razón por la que mi corazón debiera estar latiendo tan rápido.

No había ninguna razón en absoluto.

Aiden me dio un codazo después de unos minutos de caminata en silencio.

“Te ves diferente”.

“¿Sí?”

“Sí, te ves más como…” Se quedó en silencio. Cuando volvió a hablar, el océano era rojo dorado mientras el sol lentamente desaparecía en el horizonte. “Sólo pareces más relajada”.

“Bueno, tengo un poco de tiempo para mí. Eso es relajante.”

Me pregunté si en verdad me veía diferente. No parecía así cuando me alisté ésta mañana. La única cosa que realmente noté de que era diferente era que las marcas no habían quemado o palpitado desde que Seth se fue.

“Oh, casi lo olvido. Tu carta fue enviada a Nueva York primero que el grupo que se acaba de ir. Laadan debió recibirla ayer u hoy”.

“¿En serio? Espero que mi padre… no sea uno de los desaparecidos.”

“¿Cómo sabes eso?” Sus ojos se entrecerraron. “No importa. ¿Seth?”

Asentí con la cabeza. “Me dijo que algunos de los sirvientes mestizos habían desaparecido y que el elixir no estaba funcionando”.

Una mirada de preocupación oscureció sus ojos.

“¿Cuánto te ha dicho?”

“No mucho.”

Aiden asintió secamente. “Por supuesto que no. Algunos de los mestizos no están respondiendo al elixir. Ha habido brotes de lucha entre los sirvientes, que están rechazando órdenes de los Maestros y desapareciendo. El Concejo teme que haya una rebelión, y el Covenant de Nueva York se ha debilitado desde el ataque. Y nadie sabe exactamente cómo o por qué el elixir dejó de funcionar”.

Pensé en mi padre. ¿Era uno de los que habían desaparecido o estaba luchando? Sabía que él tenía que ser uno en los que el elixir dejó de funcionar. “Yo debería estar allí”.

“Deberías estar en cualquier parte menos allá.”

“Ahora suenas como Seth.”

Sus ojos se estrecharon. “Por una vez, estoy de acuerdo con él.”

“Eso es impactante.” Mi mirada se posó en el edificio principal de la academia, y supe inmediatamente a dónde íbamos.

“Me estás llevando a la biblioteca.”

La sonrisa regresó. “Es privado. Nadie está allí en este momento, y si nos descubren, tú estás estudiando.”

Me reí entonces. “¿Y alguien va a creer eso?”

“Cosas más raras han pasado”, respondió mientras subíamos los escalones.

Pasamos a dos guardias apostados en la entrada. Desde el ataque que había tomado la vida de Caleb, y el posterior en las Catskills, la seguridad estaba por las nubes. Volví al día en que me habría quejado por esto porque haría mucho más difícil escabullirse. Pero ahora, después de todo, estaba aliviada al ver los números cada vez mayores de guardias.

Aire cálido nos saludó cuando entramos. En silencio, seguí a Aiden por el pasillo hacia la biblioteca. Varios instructores aún estaban en sus oficinas, y pasamos unos cuantos estudiantes que iban saliendo.

Aiden se adelantó y abrió la puerta de la biblioteca, siempre tan caballero. Sonreí agradecida, di un paso al interior y entonces me detuve en seco.

Luke y Deacon estaban saliendo de detrás de una de las altas columnas, hombro con hombro. Cuando nos vieron, juro que saltaron y se separaron al menos tres pies de distancia.

“¿Deacon?” Aiden sonaba sorprendido. “¿Estás en la biblioteca?”

“Sí” Deacon se quitó la mata de rizos de su frente. “Estábamos estudiando para trigonometría”.

Ninguno de ellos tenía un solo libro en sus manos. Miré a Luke expectante. Apartó la vista, pero le temblaban los labios.

Los ojos de Aiden se agrandaron. “Wow. Estoy algo orgulloso de ti. ¿Estudiando?”

Mantuve mi boca cerrada.

“Estoy pasando una nueva página y todo.” Deacon tropezó con su hermano mayor.

“Tomando mi educación en serio”.

Mi lengua estaba, literalmente, quemando por decir algo.

Aiden asintió hacia Luke con la cabeza. “Mantenlo alejado de los problemas, Luke.”

Oh cielos. Por la forma en que Deacon se balanceaba hacia atrás y adelante en sus pies mientras Luke sonreía, me imaginé que Aiden no tenía idea de en qué tipo de “problemas” esos dos se estaban metiendo. Las relaciones del mismo sexo en nuestro mundo ni siquiera tenían un lugar en la lista de cosas tabú: era el hecho de que Deacon era un puro y Luke un mestizo.

Y de todos los mestizos en el mundo, yo sabía cuán estúpido y peligroso era lo que estaban haciendo. Le eché un vistazo a Aiden. Encontró mi mirada y sonrió. Mi estómago dio un vuelco.

Estúpido y peligroso, pero eso no cambiaba como me sentía.



[1]Es una marca de autos todoterrenos. 

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