</div> CAPÍTULO 12

Capítulo 11


Traducido por Blair :)
No tenía idea de lo que Seth podría estar haciendo para que no me devolviera la llamada. No era como si estuviera preocupada por su seguridad; Seth podía cuidar de sí mismo, pero me preguntaba si todavía seguía enojado conmigo. Lo curioso era que, si no lo estaba, iba a estarlo luego de que hablara con él.

Empujé a Seth fuera de mis pensamientos, lo cual fue sorprendentemente fácil cuando entré a Verdades técnicas y Leyendas.

Deacon levantó la mirada, con una sonrisa mientras me sentaba a su lado. Me sorprendí al verlo en el último día de clases. Me imaginé que, de todo el mundo, él buscaría la manera de escaparse. “¿Cómo estuvo tu visita a la biblioteca? ¿Terminaste tu estudio?”

Miré a la parte delantera del aula. Luke estaba hablando con Elena, pero estaba  mirándonos -a Deacon- por el rabillo del ojo.

“¿Mi visita a la biblioteca?” Me enfoqué en Deacon. “¿Cómo estuvo la tuya?”

“Bien. Estudié mucho”.

Deacon ni siquiera perdió el ritmo.

“Wow.” Bajé la voz. “Es increíble teniendo en cuenta que ninguno de los dos tenía libros para estudiar.”


Deacon abrió la boca, pero la cerró.
Le guiñé un ojo.

Las puntas de sus orejas se pusieron de un rojo brillante. Dio unos golpecitos con los dedos en la parte superior del escritorio. “Bueno, entonces.” Una parte de mí quería decirle a Deacon que Aiden sabía y que no tenía nada de qué preocuparse, pero ese no era mi lugar. Aunque tal vez podría darle un empujoncito en la dirección correcta.

 “No es gran cosa”, le susurré. “Honestamente, a nadie aquí, puro o mestizo, le importa eso. “

“No es así”, él susurró en respuesta.

Levanté una ceja. “¿No lo es?”

“No.” Deacon suspiró. “Me gustan las chicas, también, pero…” Su mirada encontró a Luke. “Él es diferente”.

Bueno, al menos no había estado completamente fuera de base cuando se trataba de las preferencias de Deacon.

“Sí, Luke de seguro es diferente”.

Deacon esbozó una sonrisa. “No es lo que piensas. No hemos hecho… nada”.

“Lo que sea.” Sonreí.

Se inclinó sobre la brecha entre nuestros escritorios.

“Es un mestizo, Alex. De todas las personas, creo que tú sabes lo peligroso que es”.

Me eché hacia atrás y lo miré fijamente.

Deacon me guiñó un ojo y una sonrisa maliciosa cruzó su rostro. “Pero la pregunta es: ¿vale la pena romper la regla número uno o no?”

Antes de que pudiera abrir la boca para responder a eso, y honestamente no tenía idea de qué decir, dos guardias del Concejo entraron en la clase, silenciando toda la habitación. Me moví en mi asiento mientras un malestar florecía, casi deseando poder deslizarme debajo de la mesa.

El de pelo corto marrón escaneaba la habitación con los labios apretados en una línea dura. Su mirada se posó en mí. La sangre se heló en mis venas. Lucian no estaba aquí, y no reconocí a ninguno de los Guardias.

“¿Señorita Andros?” Su voz era suave, pero llena de autoridad. “Tiene que venir con nosotros”.

Cada maldito niño en la clase se volvió y me miró fijamente. Tomando mi bolso, me encontré con los ojos muy abiertos de Deacon. Me dirigí hacia el frente de la clase, forzando la sonrisa “lo que sea” en mi cara. Pero mis rodillas estaban temblando.

Que los Guardias del Concejo llamaran a alguien fuera de clases nunca era algo bueno.

Hubo un murmullo irradiando desde donde Cody y Jackson se sentaban. Yo los ignoré y seguí a los guardias hacia afuera. Nadie habló mientras caminábamos por los pasillos y era ridículo el número de pasos. El terror comenzó a tejer un camino dentro de mí. Marcus no habría enviado a los guardias del Concejo para que me buscaran. Habría enviado a  Linard, o a León, incluso a Aiden.

Los Guardias del Covenant abrieron las puertas de la oficina de Marcus, y entré. Mi mirada recorrió la habitación, rápidamente buscando al ocupante.

Mi paso vaciló.

El Ministro Jefe Telly estaba de pie frente al escritorio de Marcus, con las manos entrelazadas detrás de él. Aquellos ojos pálidos se agudizaron en el momento en que se encontraron nuestras miradas. El gris parecía haberse extendido desde sus sienes desde la última vez que lo había visto, ahora salpicando su cabello. En lugar de las túnicas suntuosas que se había puesto en el Concejo, llevaba una simple túnica blanca y pantalones de lino.

La puerta se cerró con un suave clic detrás de mí. Me di la vuelta. No había Guardias, no estaba Marcus. Estaba completamente sola con el imbécil Ministro Jefe.

Genial.

“¿Va a sentarse, señorita Andros?”

Me di la vuelta lentamente, obligándome a tomar una respiración profunda. “Prefiero estar de pie. “

“Pero yo prefiero que se siente”, respondió sin inflexiones en la voz. “Tome asiento”.

Una orden directa del ministro jefe era algo que no podía rechazar,  pero eso no significaba que estuviera a punto de someterme sin más. Me dirigí a la silla lo más lentamente posible, sonriendo para mis adentros cuando vi un músculo en su mandíbula empezar a palpitar.

“¿Qué puedo hacer por usted, Ministro Jefe?”, le pregunté después de que hice un espectáculo  poniendo mi bolso junto a mis pies, alisando mi suéter, y encontrando una posición cómoda.

Repugnancia llenó su mirada. “Tengo un par de preguntas para usted sobre la noche en que dejó el Concejo”.

“¿No debería Marcus estar aquí? ¿Y no tiene que esperar hasta que mi tutor legal esté presente? Lucian se encuentra en Nueva York, donde usted debería estar”.

“No veo ninguna razón para incluirlos en este… asunto indecoroso. “Volvió la atención al acuario, viendo los peces por unos momentos mientras yo me sentía aún más incómoda. “Después de todo, los dos sabemos la verdad”.

¿Que era un gran cretino? Todo el mundo lo sabía, pero dudaba que eso fuera a lo que quería llegar. “¿Qué verdad?”

Telly se echó a reír mientras se giraba. “Quiero conversar con usted acerca de la noche en que los daimons y las furias atacaron al Concejo, sobre la verdadera razón por la que huyeron.”

Mi corazón tartamudeó, pero mantuve mi rostro en blanco.

“Pensé que lo sabía. Los daimons estaban detrás de mí. Luego vinieron las furias. Verá, para el final de la noche era terriblemente popular”.

“Eso es lo que usted dice.” Se inclinó contra el escritorio y tomó una pequeña estatua de Zeus. “Sin embargo, un Guardia pura sangre fue encontrado muerto. ¿Tiene algo que añadir a eso?”

Un sabor amargo se formó en la parte posterior de mi boca. “Bueno… hubo un montón de puros y mestizos muertos. Y un montón de sirvientes muertos que a nadie le importaron una mierda. Se hubieran podido salvar si alguien los hubiera ayudado. “

Él arqueó una ceja. “La pérdida de un mestizo es difícilmente asunto mío.”

La ira tenía un sabor diferente en mi boca. Un sabor a sangre. “Docenas y docenas de ellos murieron”.

“Como he dicho, ¿cómo sería eso un asunto mío?”

Él me estaba provocando. Lo sabía. Y aun así quería darle un puñetazo.

“Pero estoy aquí por la muerte de uno de mis guardias”, continuó. “Quiero saber cómo murió.”

Fingí aburrimiento. “Ya le dije que probablemente tuvo que ver con los daimons que pululaban en el edificio. Tienden a matar gente. Y las furias rasgaban personas.”

La sonrisa en su rostro se desvaneció. “Él fue asesinado con una daga del Covenant”.

“Bien.” Me senté en la silla, ladeando la cabeza hacia un lado. “¿Sabe que los mestizos pueden convertirse ahora?”

Los ojos del Ministro Telly se estrecharon.

Hice más lento mi discurso. “Bueno, algunos de esos mestizos fueron entrenados como Centinelas y guardias. Llevaban dagas. Y creo que saben cómo utilizar las dagas, también.” Asentí con los ojos abiertos. “Probablemente fue uno de ellos.”

Sorprendentemente, Telly se rió. No fue una buena risa, más bien como una risa de Dr. Malvado.

“¡Qué boca tiene! Dígame, ¿es porque piensa que está a salvo?  ¿Que ser el Apollyon la hace intocable? ¿O sólo es estupidez ciega?”

Pretendí pensar en ello.

“A veces hago cosas muy tontas. Esta podría ser una de ellas.”

Él sonrió tensamente. “¿Cree que soy estúpido?”

Raro. Esa era la segunda vez que me preguntaban una versión de esa pregunta en las últimas veinticuatro horas. Le di la misma respuesta.

“¿Es una pregunta capciosa?”

“¿Por qué cree que he esperado hasta ahora para preguntarle, Alexandria? Mire, sé acerca de su pequeño vínculo con el Primero. Y sé que este tipo de distancia niega ese vínculo.” Su sonrisa se hizo real mientras mis manos  apretaron los brazos de la silla. “Así que, ahora mismo, no es más que una Mestiza. ¿Me entiende?”

“¿Cree que necesito que Seth me defienda?”

Los huecos de sus mejillas comenzaron a tornarse de color rosa. “Dígame lo que pasó esa noche, Alexandria.”

“Había un ataque daimon enorme del que traté de advertirles, pero me ignoraron. Dijo que era una idea ridícula que los daimons pudieran hacer semejante payasada” hice una pausa, dejando que ese golpe lo hundiera “Luché. Asesiné algunos daimons y derribé a una furia o dos”.

“Ah, sí. Usted luchó magníficamente por lo que escuché.” Se detuvo, tocando su barbilla. “Y luego un complot fue descubierto. Los daimons estaban tras el Apollyon”.

“Exactamente”.

“Encuentro eso extraño,” contestó, “teniendo en cuenta de que estaban tratando de matarla a la vista de los guardias y Centinelas. Quienes, por cierto, son leales al Concejo”.

Bostecé ruidosamente, haciendo todo lo posible para demostrar que no tenía miedo, mientras estaba temblando en mi interior. Si lo viera, entonces sabría que  estaba en lo cierto. “No tengo ni idea de lo que ocurre dentro de la mente de un daimon. No puedo explicar eso.”

Telly se apartó del escritorio, llegando a estar de pie delante de mí. “Sé que mató al Guardia pura sangre, Alexandria. Y también sé que otro puro lo cubrió por usted.”

Mi cerebro como que se vació mientras lo miraba. Terror, potente y fuerte, sacó el aire de mis pulmones. ¿Cómo lo sabía? ¿La compulsión de Aiden había desaparecido? No, porque estaría al frente del Concejo, esposada, y Aiden… Oh, dioses, Aiden estaría muerto.

“¿No tiene nada que decir a eso?”, Telly preguntó, claramente disfrutando este momento.

Contrólate, contrólate. “Lo siento. Estoy un poco sorprendida”.

“¿Y por qué estaría sorprendida?”

“Porque esa es probablemente la cosa más estúpida que he escuchado en mucho tiempo. ¿Y ha visto a la gente que conozco? Eso es decir algo.”

Apretó los labios “Está mintiendo. Y no es una buena mentirosa”.

Mi pulso latía con fuerza. “En realidad, soy una gran mentirosa”.

Él estaba perdiendo la paciencia rápidamente.

“Dígame la verdad, Alexandria.”

“Le estoy diciendo la verdad.” Obligué a mis dedos a relajarse en los brazos del sillón.

“Sé que no debo atacar a un puro, y mucho menos una matar a uno.”

“Usted atacó a un Maestro en el Concejo”.

Mierda. “En realidad no lo ataqué, le impedí atacar a otra persona. Y bueno, aprendí la lección después de eso. “

“Siento no estar de acuerdo. ¿Quién la ayudó a encubrirlo? “

Me incliné hacia delante en la silla. “No tengo ni idea de lo que está hablando.”

“Está poniendo a prueba mi paciencia”, dijo. “No quiere ver lo que va a suceder cuando la pierda”.

“Parece que ya la perdió.” Miré alrededor de la habitación, obligándo a mi corazón a volver a la normalidad. “No tengo ni idea de por qué me está haciendo estas preguntas. Y me estoy perdiendo el último día de clase antes de las vacaciones de invierno. ¿Va a darme una excusa o algo así?”

“¿Cree que es inteligente?”

Sonreí.

La mano de Telly serpenteó tan rápidamente que ni siquiera tuve la oportunidad de desviar el golpe. El dorso de su mano conectó con mi mejilla con fuerza suficiente para voltear mi cabeza en un lado. Incredulidad y rabia mezcladas corrieron a través de mí. Mi cerebro se negaba rotundamente a aceptar el hecho de que él me acababa de golpear, que se atrevió a pegarme. Y mi cuerpo ya estaba demandando que le devolviera el golpe, que lo tirara boca arriba. Mi puño prácticamente moría de ganas de conectar con su mandíbula.

Me agarré a los bordes de la silla, frente a él. Eso era lo que quería Telly. Quería que le contraatacara. Entonces tendría mi culo en una bandeja de oro.

Telly sonrió.

Le devolví el gesto, haciendo caso omiso al escozor de mi mejilla. “Gracias.”

La ira estalló en el fondo de sus ojos. “Cree que es dura, ¿verdad?”

Me encogí de hombros. “Creo que se podría decir así”.

“Hay maneras de romperla, querida niña.” Su sonrisa aumentó, pero nunca llegó a sus ojos. “Sé que mató a un pura sangre. Y sé que alguien -otro puro o el Primero- la cubrió”.

Un escalofrío me recorrió la columna vertebral, como dedos helados de pánico y terror. Lo enterré, seguro para visitarlo de nuevo más tarde… si había un más tarde.

Arqueé una ceja. “No tengo idea de lo que está hablando. Ya le dije lo que pasó.”

“¡Y lo que me ha dicho es una mentira!”

Salió inclinó agarrando los brazos de la silla. Sus dedos estaban a centímetros de los míos, labios hacia atrás, la cara roja de ira. “Ahora dígame la verdad o que Dios me ayude… “

Me negué a alejarme como quería hacerlo. “Se la he dicho.”

Una vena apareció en su sien.

“Está pisando terreno peligroso, querida. “

“No tiene ninguna prueba,” dije en voz baja, encontrando su mirada furiosa. “Si  la tuviera, ya estaría muerta. De nuevo, si fuera sólo una mestiza no necesitaría muchas pruebas, pero para sacarme del cuadro necesita el permiso del Consejo. Ya sabe, siendo el precioso Apollyon y todo. “

Telly se levantó de la silla, dándome la espalda.

Sabía que tenía que callarme. Burlarse de él era probablemente la cosa más estúpida que podía hacer, pero no podía parar. La ira y el miedo nunca fueron una buena combinación para mí.

“Lo que no entiendo es, ¿cómo sabe con tanta certeza que he matado a un pura sangre? obviamente, no hay testigos de su muerte. Nadie me está señalando con el dedo.” Hice una pausa, disfrutando la forma en la que los músculos de su espalda se tensaron bajo la túnica delgada. “¿Por qué usted…?”

Se dio la vuelta, con la cara impresionante en blanco. “¿Por qué yo qué, Alexandria?”

Mi estómago se revolvió cuando me di cuenta.  Mis sospechas habían sido correctas. Miré sus elegantes manos.

 “¿Cómo puedes estar tan seguro a menos que haya ordenado a alguien -a un Guardia- atacarme? Entonces creo que estaría bastante seguro si ése Guardia apareciera muerto, pero usted no haría eso, porque estoy segura de que el Concejo estaría bastante molesto. Incluso podría perder su cargo”.

Estaba tan ocupada regodeándome que ni siquiera lo vi moverse.

Su mano cogió la misma mejilla. La ráfaga de ardiente dolor me sorprendió. No fue un golpe maricón. La silla se sostuvo en dos patas antes de volver hacia abajo. Las lágrimas me picaron los ojos.

“Usted… usted no puede hacer esto”, le dije, voz ronca.

Telly me agarró de la muñeca. “Yo puedo hacer lo que me plazca.” Me arrastró hasta que me puse en pie, sus dedos dejando moretones en mis brazos mientras me arrastraba a través de la oficina de mi tío. Me empujó hacia la ventana que daba al patio.

“Dígame, ¿qué ve ahí?”

Parpadeé para contener las lágrimas que amenazaban con desbordarse. Estatuas, la arena, y más allá, el océano rodaba y rodaba con fuertes olas.

La gente se dispersaba a través del campus.

“¿Qué es lo que ve, Alexandra?” Apretó su agarre.

Hice una mueca, odiando mi momento de debilidad. “No lo sé. Veo a la gente y la maldita arena. Y el océano. Veo un montón de agua”.

“¿Ve a los sirvientes?” Hizo un gesto hacia el atrio, donde un grupo de ellos estaban  esperando órdenes de su Maestro. “Me pertenecen. Soy dueño de todos ellos.”

Los músculos de mi cuerpo se tensaron. No podía quitar la mirada de ellos.

Telly se inclinó, su aliento caliente en mi oído. “Déjeme decirle un pequeño secreto sobre la verdadera naturaleza del viaje de su otra mitad para las Catskills. Ha sido contratado para encargarse de cualquier sirviente que esté liberado del elixir y se niegue a someterse. ¿Lo sabía?”

“¿Encargarse de ellos?”

“Tome un poco de ese ingenio de tu boca y aplíquelo. Estoy seguro de que puede entenderlo.”

Pude, pero no pude creerlo. Había una diferencia entre esas dos cosas, porque entendía lo que Telly afirmaba que Seth iba a derribar a cualquier mestizo que estuviera causando problemas, pero Seth no estaría de acuerdo con algo como eso. Y También sabía que Telly me decía que esto para quebrarme.

Estaba funcionando.

“Hay algo más que quiero decirle”, dijo Telly. “Sí tengo un favorito de todos los sirvientes, ya ve. Uno que solicité personalmente hace muchos años. ¿Sabía que conocí a su madre y padre?”

Cerré los ojos.

“¿Qué, Alexandria? ¿Alguien ya sacó ése pajarito de la jaula?”

Soltó mi muñeca, riéndose entre dientes. “Pensar que su hermosa madre se contaminó de ese modo para mezclarse con un mestizo. ¿Cree que ellos realmente se salieron con la suya? Y ¿de verdad cree Lucian se ha olvidado de la desgracia que ella colocó sobre su cabeza?”

Papá. Papi. Padre. Todos los títulos que no había querido decir realmente hasta que leí la carta de Laadan. Pero ahora lo eran todo.

“Sé que él no significa nada para usted”, Telly continuó. “Nunca lo conoció, pero sí sé que todo lo que él encubrió tiene que significar mucho para usted. Y ¿qué dicen? ¿De tal palo, tal astilla?”

La desesperación lavó cualquier alivio que sentí. Telly no iba a usar a mi padre en mi contra: estaba a punto de usar a Aiden.

Telly me dejó junto a la ventana, volviendo al centro de la habitación.

“Esta es su última oportunidad. Me iré pasado mañana, antes del amanecer, y si no se ha entregado para entonces, no habrá más oportunidades. Esto podría terminar fácilmente”.

Ya ni siquiera sentía los latidos en mi rostro.

Telly sonrió, disfrutando de mi silencio.

“Admita haber matado al guardia, y no voy a presionar…” su labio se curvó, “a quién lo encubrió. Y confíe en mí, voy a averiguarlo. Sólo hay unos pocos que he notado que han tomado algún interés en usted, además del Primero. ¿Qué?” Él se echó a reír. “¿Piensas que no había estado prestando atención?”

El aire escapó de mis pulmones tan rápido que me sentí mareada.

“Vamos a ver.” Telly se tocó la barbilla. “Tenemos a su tío, que creo que se preocupa por usted mucho más de lo que deja ver. Él estaba en Nueva York. Luego está ese centinela -el que la encontró esa noche en el laberinto. ¿Leon? Luego el que se ofreció amablemente a entrenarla. Creo que sería St. Delphi. Y luego está Laadan. Todos ellos son sospechosos, y me aseguraré de que todos ellos sufran. Como el Ministro Jefe, puedo revocar la posición de Marcus. Incluso puedo remover la de Lucian. Puedo presentar cargos contra el resto. Con todos los incidentes y disturbios recientes, sería demasiado fácil”.

Una masa de horror y frustración se había formado en mi garganta. Lágrimas se formaron detrás de mis ojos en el mismo momento en que quise aplastar la cabeza de Telly.

“Va a ir a la servidumbre y tomará el elixir. Si se niegas, bueno, las cosas van a terminar mal”.

Mis manos se cerraron en puños.

“Usted es… repugnante.”

Telly se dirigió hacia mí, con la mano estirándose para golpearme de nuevo.

Cogí su muñeca, mis ojos se encontraron con su mirada, sosteniéndola. “He sido golpeada lo suficiente, gracias”.

Un alboroto en el pasillo llamó la atención de Telly y liberó su muñeca. La voz de Marcus sonó fuerte, exigiendo la entrada a su oficina. Telly alzó una ceja. “Tiene hasta el amanecer del viernes”.

Las paredes se cerraron.

Telly sonrió mientras las demandas de Marcus se hicieron más fuertes. Ninguno de los dos habló durante esos momentos.

“¿Por qué me odia tanto?”, pregunté finalmente.

“Yo no la odio, Alexandria. Odio lo que es.”

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