</div> CAPÍTULO 26

Capítulo 25
NOTA:
Este es el último cap de la maratón. ¡Espero que la hayan disfrutado!
Traducido por Leidy


La cena fue difícil por varias razones. Había sólo tres de nosotros cenando en la larga mesa rectangular, comiendo a la luz de las velas, como si nos hubieran arrojado a la época medieval. Seth se dividía entre la compinchería y la fantasía de tener a papi Lucían, quien se pasó la cena mirándome. Me negué a cualquier intento que Lucían hizo para traerme a la conversación. No pude ni siquiera comer el delicioso bistec, lo que apestaba. 
Esta iba a ser mi última cena.

Lo sabía. Lo que estaba planeando mientras los miraba seguramente acabaría conmigo siendo asesinada, pero la elección era clara: terminar así o ser parte de algo tan atroz como la destrucción de los que no estaban de acuerdo con Lucian y esclavizar a la humanidad. Porque eso es lo que planeaban, o al menos, Lucian. Lucian necesitaba a los Apollyons -al Matadioses, por lo menos- para lograr esto. Tenía mucho sentido. Los Apollyons se habían creado originalmente para mantener a los puros controlados, pero si él controlaba a los Apollyons entonces no tenía nada que temer. Una vez que Despertara, Seth podría acabar con cualquier dios que no estuviera con Lucian, haciéndolo prácticamente invencible. Era un plan brillante. Uno que sabía que Lucian probablemente había elaborado desde el momento en que se dio cuenta de que había dos Apollyons en una generación. 
Darían una opción a los miembros del Concejo. Estar con ellos o caer. Con Seth teniendo el poder Apollyon total, obtendría el poder del Matadioses y sería capaz de eliminar a cualquier dios que estuviera en su contra. Aunque no es como si Lucian temiera a los dioses. Una vez que Seth se convirtiera en el Matadioses, ningún dios sería lo suficiente estúpido como para acercársele a una milla de distancia. La única amenaza serian los miembros de la Orden, pero ellos también sufrirían un infierno tratando de derrumbar a Seth. Lucian ya tenía Centinelas en busca de los miembros restantes. Me estremecí ante lo que sabía que harían con ellos.
Y, sin embargo, por mucho que hablaran, sentí que había algo que ocultaban. Había algo más y ahora sabía por qué Apolo había sido tan insistente en mantenerme a salvo.”¿Cómo la Orden mató al primero y a Solaris?”, pregunté, hablando por primera vez.

Lucian le arqueó las cejas a Seth mientras hacía girar la copa de cristal.

“Los agarraron inesperadamente.” Seth miró su plato. “Les atravesaron el corazón al mismo tiempo.” Se aclaró la garganta. “¿Por qué lo preguntas?”

Me encogí de hombros. Sobre todo porque tenía curiosidad de cómo lo habían hecho porque matar a dos Apollyons no era tarea fácil. Cuando no di una respuesta, reanudaron su conversación.

Volví a mi a mi plato.

Iba a hacer algo que nunca pensé que lo haría de nuevo. Iba a matar a un puro, a Lucian. Mis dedos se cerraron sobre el cuchillo de la carne. Era la única manera de detener esto. Sacando a Lucian, Seth se liberaría de su monstruosa influencia paterna. Y yo estaría muerta, pero tal vez… tal vez Aiden y Marcus podrían detener la locura de Lucian. Valía la pena intentarlo. No podía permitir que esto sucediera, y lo haría si me mantenían aquí. Luego nadie podría detenerlos.

Esto era posiblemente lo más loco, más espontáneo e imprudente que jamás había planeado, pero ¿qué otra opción tenía? Lucian ya controlaba a Seth y me podía controlar a través de Seth si así lo quería. Ese era el temor del mundo… mi peor miedo.

Tenía que hacer algo.

“¿Me disculpan?”, Le pregunté.

“No has comido nada.” Seth frunció el ceño. “¿Te sientes mal?”

Caramba, ¿podría ser que había perdido mi apetito porque estaba rodeada de lunáticos?

“Sólo estoy cansada.”

“Está bien”, dijo Lucian.

Tratando de no pensar en lo que estaba por hacer, puse mi servilleta sobre el cuchillo y lo deslicé, acomodándolo en mi manga. Mis rodillas se pusieron débiles. Matar en batalla o cuando tenía que protegerme era totalmente diferente a esto. Una parte de mí gritaba que esto estaba mal, igual de mal de lo que pretendían hacerle a Telly, pero ¿una vida a cambio de proteger innumerables? Valía la pena.

Okay. Dos vidas, porque en serio dudaba que fuera a salirme con la mía. Los Guardias esperaban a las afueras del comedor. Si ellos no me mataban, el Concejo que Lucian intentaba traicionar lo haría. Irónico.

Me acerqué a la mesa lentamente, calmando mi respiración y bloqueando mis emociones. Tenía la fuerza suficiente para empujar el cuchillo por su espalda, y cortar su médula espinal. Sería más fácil que ir a la garganta y los ojos, pero dioses, estaba horrorizándome a mí misma sólo de pensar en ello.

Sólo hazlo. Llegué junto a Lucian y respiré profundamente mientras dejaba que el cuchillo se deslizara hacia fuera de la manga. Luego, un tren de carga me estrelló contra el suelo.

Golpeé las baldosas con un golpe audible. Seth cubrió mis piernas mientras giraba mi muñeca hasta que grité y me vi obligada a dejar caer el cuchillo. Cuando traté de torcerme para defenderme, un Guardia se precipitó en la habitación, pero Lucian extendió una mano para detenerlo.

“¿Qué diablos te pasa?” Seth, preguntó con furia, y me dio una pequeña sacudida cuando no respondí lo suficientemente rápido. “¿Estás loca?”

Mi corazón latía con fuerza contra mis costillas.

“¡Yo no soy la loca aquí!”

“¿De verdad? ¿No lo eres?” Su mirada se dirigió al cuchillo. “¿Es necesario que te lo explique?”

“Encárgate de ella,” Lucian se puso en pie y arrojó su servilleta de tela, su voz inquietantemente calmada, “antes de que haga algo de lo que me arrepienta.”

Seth suspiró ásperamente. “Lo siento, Lucian. Voy a encargarme de esto. ”

Tan sorprendida estaba que no podía hablar. ¿Estaba pidiéndole disculpas a Lucian? Estaba en la tierra de los locos y no había forma de escapar.

“Tiene que aceptar esto,” dijo Lucian. “No voy a vivir con el temor de ser asesinado en mi propia casa. O ella se ajusta a lo estipulado o voy a tener que encerrarla”.

Los ojos de Seth encontraron con los míos. “Eso no será necesario”.

Lo miré.

“Bien.” Lucían sonaba más asqueado que asustado. Era como si le hubiera escupido en lugar de tratar de matarlo. “Me retiro por esta noche. ¡Guardias!”

En una ráfaga de actividad, siguieron a Lucian fuera de la habitación. Algunos de ellos eran puros. ¿Les había prometido algo por lo que valía la pena ir en contra del Concejo y correr el riesgo de morir? Sabía lo que les había ofrecido a los mestizos.

Seth todavía me tenía en el suelo. “Eso fue posiblemente la cosa más estúpida que alguna vez has tratado de hacer.”

“Es una lástima que no funcionara.”

Pareciendo incrédulo, me puso de pie. En el momento en que me soltó, me lancé a la puerta. Me atrapó antes de que corriera fuera de la habitación, sujetando sus brazos a mí alrededor. “¡Déjame ir!”

Tiré mi cabeza hacia atrás, apenas rozando la suya. “¡Déjame ir!”

“No hagas esto más difícil, Alex.”

Luché por liberarme de su agarre. “Te está utilizando, Seth. ¿Por qué no te das cuenta?”

Su pecho se levantó contra mi espalda. “¿Es tan difícil aceptar que Lucian se preocupa por mí… y por ti?”

“¡Él no se preocupa por nosotros! Sólo quiere usarnos.” Di una patada para impulsarme con la pared, pero Seth lo anticipó y me dio la vuelta. “¡Maldito seas! ¡Eres más inteligente que esto!”

Seth suspiró y comenzó a arrastrarme hacia el pasillo. “Eres una tontita a veces. No te quieren para nada, Alex. ¡Nada! Juntos podremos cambiar nuestro mundo. ¿No es eso lo que querías?” Habíamos llegado a la parte inferior de la escalera, y pateé la estatua de algún dios que no reconocí. “¡Dioses! Ya basta, Alex. Para alguien que es tan chiquita eres condenadamente pesada. No quiero subirte alzada.”

“Caramba, gracias. Ahora estas llamándome gorda”.

“¿Qué?” Sus brazos se aflojaron.

Cerré mi codo en su estómago con tanta fuerza que el impacto hizo temblar todo mi cuerpo. Seth se dobló, pero no me dejo ir. Maldijo violentamente, me giró y se dobló por la cintura. Apretó su brazo sobre mi cadera y me tiró por encima del hombro. Antes de que pudiera darme cuenta, atrapó mis piernas y las mantuvo presionadas.

“¡Bájame!” Golpeé su espalda con mis puños.

Seth gruñó mientras subía las escaleras. “En serio, no puedo creer que tenga que hacer esto.”

Continué mi asalto en vano. “¡Seth!”

“Tal vez te mereces una paliza[1], Alex.” Riendo, tropezó cuando clavé mi rodilla en sus riñones.” ¡Ay! ¡Eso dolió!”

Estábamos haciendo el ruido suficiente como para despertar a todos los Guardias de la casa, pero nadie intervino. Reconocí el pasillo de cabeza y Seth empujó las puertas. Era mi antigua habitación en la casa de Lucian.

Seth irrumpió a través de la alfombra blanca que no definitivamente no estaba en mi habitación cuando vivía ahí. En ese entonces, había tenido suelos desnudos que eran fríos en el invierno. Me dejó bruscamente en la cama y luego, plantando las manos en las caderas, dijo. “Compórtate.”

Me puse en pie. Seth me tomó por la cintura y me empujó de nuevo hacia abajo con poco esfuerzo de su parte. Una increíble cantidad de ira me llenó de energía, barriendo a través de mí como una ráfaga de olas turbulentas. Y dejé que la furia se hinchara y se extendiera como la marea.

“Estás siendo ridícula, Alex. Y necesitas calmarte. Estás haciendo que desee tener un poco de Valium[2].”

Mis manos se cerraron en puños. “Él te esta utilizando, Seth. Quiere controlarnos para poder derrocar al Concejo. Quiere ser superior a los dioses. ¡Sabes que nunca van a permitirlo! Es por eso que los Apollyons se crearon en primer lugar.”

Seth arqueó una ceja. “Sí, Alex, se por qué los Apollyons fueron creados al principio. Para asegurarse de que no hubiera ningún puro que alcanzara el poder de los dioses y bla bla bla. Déjame hacerte una pregunta: ¿crees que a algún dios le importaría si murieras luchando contra un daimon?”

“Obviamente les importa porque me trajeron de vuelta.”

Puso los ojos en blanco. “¿Y si no fueras el Apollyon, Alex? ¿Qué habría sucedido si fueras sólo una mestiza normal? ¿Les importaría en absoluto si tú murieras?”

“No, pero…”

“¿Crees que eso está bien? ¿Que estés obligada a ser una esclava o una guerrera?”

“¡No! No está bien, pero los dioses no lo decretaron. Fueron los puros, Seth.”

“Lo sé, ¿pero no crees que los dioses lo podrían haber cambiado si hubieran querido?” Se acercó más y bajó la voz. “El cambio tiene que suceder, Alex.”

“¿Y crees que Lucian realmente va a generar ese tipo de cambio?” Deseé que Seth entendiera. “¿Que una vez que asuma el control total del Concejo va a liberar a los sirvientes? ¿Qué aliviará a los mestizos de su deber?”

“¡Sí!” Seth se puso de rodillas delante de mí. “Lucian lo hará.”

“Entonces, ¿quién va a luchar contra los daimons?”

“Habrá quienes voluntariamente luchen al igual que los puros lo hacen ahora. Lucian lo hará. Todo lo que tenemos que hacer es apoyarlo.”

Negué con la cabeza. “Lucian no se preocupa por los mestizos, solo se preocupa por él mismo. Al final quiere poder esclavizar a los mortales en vez de a los mestizos. Él mismo lo dijo.”

Con un bufido de disgusto, se puso de pie. “Lucian no tiene intención de hacer tal cosa”.

“¡Él me lo dijo en el coche!” Agarré sus manos, ignorando la forma en que el lazo dio un salto. “Por favor, Seth. Tienes que creerme. Lucian no hará ninguna de las cosas que prometió.”

Se me quedó mirando un momento. “¿Por qué te importaría siquiera si esclavizar a los mortales fuera su plan? No lo entiendo. No pudiste soportar vivir entre ellos cuando te tocó hacerlo. ¿Por qué quieres proteger a los dioses cuando la Orden te mató -te mató- para protegerse? Y ¿tienes problema con unos cuantos puros muriendo en el camino? Mira cómo te han tratado. No lo entiendo.”

A veces no me entendía a mí misma. Los puros nos trataban como basura, y los Dioses… bueno, eran tan culpables como los puros. Habían permitido que esto sucediera, pero esto estaba mal. “Personas Inocentes morirán, Seth. ¿Qué piensas que los dioses harán? Puede que no sean capaces de tocarnos, pero pueden ser vengativos y francamente sádicos. Iniciaran un sacrificio de mestizos y puros. Apolo lo dijo.”

Apretó mis manos. “Bajas de guerra… suele suceder.”

Las liberé. Mi estómago estaba hecho un nudo. “¿Cómo puedes ser tan indiferente?”

“No es que sea indiferente, Alex. Se llama ser fuerte”.

“No,” dije en voz baja. “Eso no tiene nada que ver con la fortaleza.”

Seth se alejó de mí pasando la mano por su pelo, tirando de los mechones libres del lazo de cuero. ¿Siempre había sido así? Siempre había tenido un grado de frialdad hacia mí, pero nada como esto.

“Todo estará bien,” dijo finalmente. “Te lo prometo. Cuidaré de ti”.

“No va a estar bien. Tienes que dejarme ir. Tenemos que estar lejos el uno del otro.”

“No puedo, Alex. Tal vez el tiempo te hará olvidarte de él y… ”

“¡No se trata de Aiden!”

Frente a mí, sus labios se torcieron en una amarga sonrisa cínica. “Siempre se trata de Aiden. No te preocupan los mortales. Si a pesar de todo pudieras tenerlo y dejarnos hacer lo que queremos, no te importaría.”

“Sí me importa. Vas a tener que matar a gente inocente para hacer esto, Seth. ¿De verdad podrías vivir con eso? Porque yo no puedo.”

“¿Qué puro es realmente inocente?” preguntó, en lugar de responder mi pregunta.

“Hay puros que no quieren ver a mestizos esclavizados. Y sí, los dioses son un montón de idiotas, pero eso es lo que son.”

“Ya hemos hablado de esto, Alex. No vamos a estar de acuerdo. Todavía no, por lo menos. Pero tu cumpleaños es sólo en unos días. Lo entenderás después.”

Me quedé boquiabierta. “¡Seth, por favor, escúchame!”

Una máscara fría cayó sobre su rostro, bloqueándolo. “Realmente no lo captas, Alex. No puedo… no te dejaré marchar.”

“¡Sí puedes! Es muy simple. Solo déjame salir de esta casa.”

Seth estaba delante de mí en un segundo. Agarró mis manos, presionando sus palmas contra las mías. “No sabes cómo se siente ahora, pero lo sabrás. Mientras más marcas tengas, más akasha hay para mí. Nada, nada se siente de esa manera. Es poder puro, Alex. ¡Y ni siquiera has Despertado! ¿Te imaginas cómo será entonces?” sus ojos tenían ese enloquecido destello, excesivamente apasionado. Lo había visto antes y lo había desatendido. “No puedo renunciar a eso.”

“Dioses, ¿te estas oyendo? Suenas como un daimon anhelando éter”.

Sonrió. “No es nada como eso. Es mejor.”

Ahí fue cuando me di cuenta de que entre la influencia de Lucían y el encanto del akasha, Seth se había tornado en algo peligroso. Apolo había tenido razón. Maldición. La Abuela Piperi había tenido razón.

Y yo había estado tan, tan equivocada. Estaba en una posición precaria. Cualquier cosa era posible y mi ritmo cardíaco se duplicó. Quería golpearme a mí misma por no dejado que Apolo me escondiera lejos, pero cuando hizo la propuesta estaba concentrada en lo que Lucian quería hacer. Estaba disgustada conmigo misma por el tiempo en que había querido tirar la toalla. Huir no era algo que había jamás, pero ahora tenía que hacerlo porque era la única cosa inteligente.

“Quiero que te vayas de mi habitación.” Obligué a mis rodillas a que dejaran de temblar y me enderecé. “Ahora”.

“No quiero irme”, respondió sin inflexiones en la voz.

El corazón me saltó a la garganta. “Seth, no te quiero aquí.”

Él inclinó la cabeza hacia un lado, asus ojos calentándose un poco. “No hace mucho tiempo no tenías ningún problema con que estuviera en tu habitación… o en tu cama.”

“No tienes derecho a estar aquí. No eres mi novio.”

Las cejas de Seth se levantaron. “Hablas como si lo que somos se pudiera simplificar en etiquetitas. No somos novios. Tienes razón en eso.”

Me aparté de la cama, mis ojos buscando desesperadamente una manera de salir de la habitación. Sólo había un baño, closet, y una ventana. Y mi vieja casa de muñecas… ¿Qué diablos estaba haciendo todavía aquí? En lo alto de la casa había una espeluznante muñeca de porcelana que había odiado cuando era niña y que todavía odiaba.

Haciéndose detrás de mí, susurró en mi oído. “Somos la misma persona. Queremos y necesitamos las mismas cosas. Puedes amar a quien quieras y puedes decirte a ti misma lo que te plazca. No tenemos que amarnos el uno al otro; ni siquiera tenemos que gustarnos. No importa, Alex. Estamos atados y la conexión es mucho más fuerte que lo que sea que siente tu corazón.”

Girándome, puse espacio entre nosotros. “No. Esto es todo. Recuerdo la promesa que me hiciste. No quiero hacer esto. Tienes que irte. No me importa donde vayas. Sólo vet…”

“No me voy a ir,” dijo.

El terror se convirtió en algo mucho peor y mucho más poderoso. El miedo se deslizó en mí, mordiendo profundamente y difundiéndose por mis venas como veneno.

“Me lo prometiste, Seth. Me juraste que me dejarías si esto era demasiado. ¡No puedes romper la promesa!”

Sus ojos se encontraron con los míos. “Es demasiado tarde para eso. Lo siento, pero esa promesa es nula y vacía. Las cosas han cambiado.”

“Entonces yo me iré.” Tomé una profunda respiración, pero eso no calmó el golpeteo en mi pecho. “¡No puedes mantenerme aquí! No me importa que Lucian sea mi tutor legal.”

Echó la cabeza hacia un lado, y su mirada se volvió casi curiosa. “¿Crees que hay algún lugar en este mundo en el que no pudiera encontrarte si así lo quisiera?”

“Dioses, Seth, ¿sabes siquiera que suenas como un acosador?”

“Sólo estoy diciendo la verdad”, respondió alegremente. “Cuando cumplas tus dieciocho años, ¿qué es en cuánto? ¿Cinco días?, no tendrás ningún control sobre eso.”

Mis manos se cerraron en puños. Dioses, odiaba cuando él estaba en lo cierto. Especialmente cuando me daba miedo y Seth me daba bastante maldito miedo ahora. No podía demostrárselo, así que me apoyé en la ira.

“¡No tienes ningún control sobre mí, Seth!”

Seth arqueó una ceja. Una lenta, pero malvada sonrisa se ​​dibujó en su rostro.

Reconociendo su mirada, retrocedí, pero fue tan increíblemente rápido. Su brazo serpenteó, capturándome por la cintura.

El instinto se hizo cargo. Mi cerebro se apagó y entré en modo de lucha. Dejé que mis piernas se pusieran flácidas, y me convertí en un peso muerto en sus brazos. Seth maldijo y cuando se agachó a cogerme, me levanté de un salto, golpeando con mi rodilla su parte media. Un silbido de aire salió de sus pulmones mientras se tambaleaba hacia atrás.

Girando, alcé mi brazo, pegándole en el pecho. No fue un golpe débil. Puse toda mi ira en él y Seth cayó de rodillas.

Me lancé hacia la puerta, lista para abrirme camino fuera de la casa y hacia abajo en la calle si era necesario.

Nunca lo logré… no en realidad.

Mis dedos se cerraron en torno al pomo de la puerta en el mismo instante en que se sintió una oleada de electricidad en la habitación que levantó los vellos de todo mi cuerpo. Entonces, de repente, estaba volando hacia atrás. Había pelo alrededor de mi cara, nublando mi visión.

Los brazos de Seth estaban alrededor de mi cintura y me sostenía contra su pecho.

“Sabes, me gustas más cuando estás furiosa. ¿Quieres saber por qué?”

Me retorcí en su abrazo, pero él aguantó, y era como tratar de mover un camión.

“No, realmente no me importa, Seth. Déjame ir.”

Él se río profundamente, y el sonido retumbó a través de mí.

“Porque cuando estás enojada, siempre estás a un paso de hacer algo irracional. Y así es cómo me gustas.”

Seth me soltó sin ninguna advertencia y se dio la vuelta. Lo vi en sus ojos y luego, en la forma en que sus labios se abrieron. Panico congeló la sangre en mis venas.

“No lo…”

La mano de Seth salió disparada, envolviéndose alrededor de mi cuello. Las marcas del Apollyon se dibujaron en su piel a una velocidad vertiginosa. Lo que existía en mí, esa parte que se había creado para completarlo, respondió rápidamente. Las marcas volaron por su brazo, llegando hasta sus dedos. Un segundo más tarde, luz ámbar crepitaba en el aire, y luego un brillo azul más débil. Su mano trazó círculos, presionando, quemando la piel de la parte posterior de mi cuello, creando la cuarta runa.

Hubo un segundo, justo antes de que mi cerebro se sobrecargara con las sensaciones, un instante en el que me arrepentí de haber dejado que Seth se acercara tanto a mí, de transformar el vínculo entre nosotros en algo que parecía irrompible. Él había planeado esto todo el tiempo.

Y entonces ya no pensaba más.
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[1] Aquí usa la palabra ‘spank’ que se refiere a un manotazo… en las nalgas, usualmente *wink*.
[2] Valium: droga con efectos tranquilizantes y sedantes.

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